Ocho Apellidos Catalanes

¡Aupa, mi arma!

Efectivamente, ya he visto la innecesaria secuela de «Ocho Apellidos Vascos«. Tengo que decir, que a mi ya de inicio me parece que la primera está más que sobrevalorada, aunque sí que me eché algunas risas. Esta segunda parte me ha resultado… desnatada y repetitiva.

¿La historia? Amaia la vasca se va a casar con Pau el catalán, por lo que Rafa el andaluz tiene que ir a detener la boda e intentar recuperarla. Una historia «súper novedosa» en el cine rodeada de más de lo mismo.

Yo soy catalana, así que ya iba un poco predispuesta a que se cebaran bastante y usaran los tópicos populares, como ese de que somos unos tacaños. Por esa parte me ha sorprendido ver que no se han cebado tanto como esperaba, de hecho se han quedado un poco cortos. Lo que sí que no logro entender son los supuestos tópicos que han usado, no se si debo entender que no tenemos ni puta idea de vestir o que somos unos hipsters que van marcando tendencia (por otro lado un tópico que no sé de dónde han sacado). La verdad es que podrían haber explotado mucho más lo de que «la pela es la pela». Me parece que se han perdido un poco entre los tópicos que querían usar y ha quedado un poco confuso.

Después de ver «Ocho Apellidos Catalanes» llegas a la conclusión que los catalanes son imbéciles y repelentes, los andaluces son unos fachas catetos y repeinados y los vascos son unos bestias adorables. Sí, la verdad es que los vascos son los que salen más bien parados desde mi punto de vista.

¿Cuál es el gran problema de la película? Pues que van dos y se cae el del medio, y ese del medio no se casó ni por la iglesia ni por lo civil, se casó por estúpido, y él siempre cena en un restaurante en el que un día le preguntó al camarero que si el pescado venía solo y el camarero le respondió que no, que se lo traería él, y es un camarero que no tiene una nariz común, la tiene «común tucán», y la seguirá teniendo aunque use la dieta de la manzana, comprar un iPhone 6s y ya no tener para comer… Y nada, tal que así. Vamos, que quieren meter diez chistes por cada frase que dicen, por lo que pierde totalmente la gracia que debería tener.

Sin duda, el mejor de la película vuelve a ser Karra Elejalde. Es una alegría volver a ver a Rosa María Sardà en pantalla, aunque me esperaba más de ella. Carmen Machi sigue en su línea, no lo hace mal pero tampoco aporta nada nuevo. Berto Romero es un punto positivo en la película, aunque tiene algunos momentos un poco sobreactuados. Clara Lago es como un figurante en la película, aporta lo mismo que el resto de invitados de la boda. Y Dani Rovira… bueno, es que cada vez que lo miro lo veo en «El Club de la Comedia» pero muuucho más exagerado y con atrezzo. Y la verdad es que como monologuista me encanta, pero como actor… pasopalabro.

Supongo que le darán otro inmerecido Goya a Dani Rovira by the face y dos o tres más al mejor guión, mejor vestuario, mejor chiste malo, mejor frase fuera de lugar o cualquier otro que se les ocurra.

Total, que si la queréis ver, allá vosotros con vuestra «pela».

Y por cierto… ¡A mi también me pone el euskera!

• Lo mejor: Karra Elejalde, el gag del final y uno o dos de los trescientos cuarenta y siete chistes de la película.
• Lo peor: los trescientos cuarenta y cinco intentos de chiste restantes.

La chica de la séptima fila